miércoles, 26 de septiembre de 2007

Hay que repasar la noción de peatonal

Por Luis J. Grossman

Aquellos lectores que siguen esta columna desde hace años pueden atestiguar que el tema de la peatonalidad fue tratado en forma reiterada hasta el punto de parecer tendenciosa. Como un dato sólo referencial, 12 años atrás, el 27 de setiembre de 1995, se publicó "Envidia de un porteño en Mendoza", y poco después, "Peatones del mundo, ¡uníos!"

En días recientes tuve la sensación de que entre nosotros todavía no se ha asimilado la noción de lo peatonal. El sábado último, se pudo leer en LA Nacion un título tan insólito que su lectura causaría hilaridad en sociedades con una módica cultura urbana. Quieren regular cómo caminar por calles peatonales , rezaba el encabezado, y a continuación aclaraba: multa para quien no vaya por la derecha.

La iniciativa lleva la firma del diputado porteño Abelardo García, y revela el ya aludido desconocimiento del significado de lo que conlleva la idea de peatonalidad. Lo que no resulta raro en una ciudad que, a pesar del ponderable desarrollo de sus espacios públicos, de la creación relativamente cercana de varias arterias peatonales, sólo exhibe esa calificación con propiedad en muy pocos casos: el área de la Recoleta, frente a la iglesia del Pilar; la cuadra de la Diagonal Norte, entre Cerrito y Libertad; la nueva configuración de Tres Sargentos y la curva de Enrique Santos Discépolo. Ni Florida ni Lavalle son calles peatonales, sólo se pueden denominar corredores para caminantes o, como los definí años atrás, autopistas para peatones.

Para ser claros

El que quiera observar con claridad a qué me refiero como lo opuesto al concepto de peatonal puede acercarse a la cuadra de la calle Lavalle comprendida entre 25 de Mayo y Leandro N. Alem. En ese segmento se eliminaron las veredas, se armó una escalera y el resto sigue la pendiente original que salva el desnivel entre las dos arterias mencionadas. No hay bancos ni plantas, ni el mobiliario mínimo para considerar esa cuadra como parte de una calle peatonal. Con una mínima preocupación proyectual se pudo dotar a ese sitio de características de lugar urbano, con plataformas escalonadas a modo de áreas de descanso, encuentro y conversación, incluso aptas para servir como miradores hacia la zona costera.

Por el contrario, lo único que se tuvo en cuenta -en coincidencia con el criterio expuesto ahora por el legislador mencionado- es la función de circular, nada más. Y si nuestro cronista se traslada a una de las zonas antes citadas como ejemplos de auténtica peatonalidad, comprobará los atributos que justifican esa denominación. Y se los podrá explicar al diputado García: libertad de circular o estar parado, pasear o vagar a la deriva sin rumbo fijo, mirar vidrieras, sentarse a descansar, a leer o a tomar algo, solo o acompañado.

Me imagino qué pasaría si se dispusiera en la Plaza San Marco, en Venecia, una regulación que estipulara caminar solamente por la derecha; o en la Via Condotti, en Roma, o mucho más cerca, en la calle Córdoba, en Rosario. Por favor, tratemos de no caer en el ridículo.

Fuente: La Nación, miércoles 26 de Septiembre de 2007.-

martes, 18 de septiembre de 2007

Buenos Aires desfigurada

Por Max Seitz

Las torres amenazan las casas coloniales que identifican a Buenos Aires.
Buenos Aires, la ciudad con fachadas de arquitectura diversa, parece estar perdiendo sus señas particulares por el avance implacable de modernas e insípidas torres.
En la capital argentina hay miles de casas coloniales, o del siglo XIX y principios del XX con estilos que van desde el clásico italiano o francés hasta el inglés.
Pero muchas de estas construcciones, que representan uno de los mayores atractivos de la ciudad, corren el riesgo de desaparecer.
Cada mes se demuelen decenas de viviendas que testimonian el pasado arquitectónico de Buenos Aires para dar lugar a edificios de apartamentos de ocho plantas o más.
Esto se debe al auge de la construcción en Argentina, un sector que -según las autoridades- está creciendo a un ritmo anual del 16% gracias a la reactivación económica que ha experimentado el país en los últimos años.
Pero hay otra razón: la falta de regulaciones y mecanismos ágiles para evitar "sacrificios" edificios.
"Preocupación"
La arquitecta Graciela Toranzo Calderón, de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de Buenos Aires, explica a BBC Mundo que actualmente hay más de 1.400 edificios protegidos en la ciudad, sobre todo en el casco antiguo.
¿Pero qué ocurre con las numerosas casas particulares situadas en los barrios más densamente poblados de la capital argentina, como Palermo y Caballito, que están siendo reemplazadas por torres?
"En los últimos tres años se han destruido 500 viviendas antiguas para levantar torres parecidas a las de cualquier otra ciudad del mundo".
Gustavo Desplats, Proto Comuna Caballito
"La preocupación existe", dice Toranzo Calderón. "Pero no es tan sencillo encontrar una solución, porque se requiere una ley para proteger cada una de las viviendas. Y esto puede demorar hasta dos años".
"Los tiempos de tramitación de un expediente son diferentes al ritmo de la construcción, que avanza rápidamente. A veces no llegamos a evitar una demolición".
Toranzo Calderón admite que "posiblemente hubo falta de previsión" en la política de protección del patrimonio arquitectónico de los barrios porteños, pero lo justifica afirmado que la idea de preservación es "relativamente nueva".
El lado positivo
Quienes trabajan en el sector de la construcción afirman que las torres contribuyen a modernizar la ciudad, además de dar empleo a miles de argentinos, y algunos vecinos coinciden con ellos.
"Me parece bien que la arquitectura se vaya renovando. Aquí había casas muy viejas, llenas de ratas y con peligro de derrumbe", comenta a BBC Mundo Carlos, un residente de Caballito, antes de entrar al edificio nuevo en el que vive.
Pero no todos piensan lo mismo en este barrio situado en el centro geográfico de Buenos Aires.
Gerardo Allegretti, dueño de un kiosco, opina: "Por supuesto que uno tiene que vivir el ritmo de la época, pero también hay que preservar aquello que es valioso por su arquitectura para dejarles algo a nuestros hijos y nietos".
Protestas
"Se requiere una ley para proteger cada una de las viviendas. Y esto puede demorar hasta dos años". Graciela Toranzo Calderón, Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural
En los últimos tiempos Caballito ha sido escenario de varias protestas tanto por la construcción de edificios altos en terrenos que antes ocupaban bellas casas como por el deterioro de la calidad de vida.
Allí una organización llamada Proto Comuna Caballito lucha por preservar la identidad barrial ante el desenfreno del mercado inmobiliario.
El coordinador del grupo, Gustavo Desplats, vive en una casa de estilo Tudor que construyó su bisabuelo a principios del siglo XIX y que con el tiempo ha quedado atrapada entre dos torres de apartamentos, como tantas otras viviendas de la zona.
Desplats dice que todas las semanas recibe ofertas de compra tentadoras por su inmueble, aparentemente para reemplazarlo por un edificio de varias plantas.
Pero confiesa que las ha rechazado porque quiere que, al pasar, los vecinos vean una fachada "agradable a los ojos".
"Caballito es un típico barrio de clase media que todavía tiene casas de calidad con diversidad de estilos, y eso se está perdiendo", advierte.
"En los últimos tres años se han destruido 500 viviendas antiguas para levantar torres sin ninguna particularidad arquitectónica en el exterior, es decir, parecidas a las de cualquier otra ciudad del mundo".
Calidad de vida
La reactivación económica ha estimulado la construcción en Argentina. Según Desplats, la construcción sin control de edificios altos no sólo tiende a "borrar" la identidad del barrio, sino que además deteriora la calidad de vida de los vecinos, porque las redes de agua potable y cloacas son sometidas a una demanda extra para las que no están preparadas.
Protestas por dificultades en los servicios públicos llevaron a que, a fines del año pasado, el gobierno de la capital argentina suspendiera por tres meses nuevos permisos de obras en Caballito y otros cinco barrios porteños.
Dicen que las callecitas de Buenos Aires "tienen ese no sé qué".
Pero los especialistas advierten que algunas de sus particularidades podrían perderse si la ciudad sigue creciendo descontroladamente hacia arriba y, sobre todo, pisando los escombros de valiosas casas antiguas.

Fuente: BBC Mundo

lunes, 17 de septiembre de 2007

¿Preservación o construcción?

Editorial del Diario La Nación de Buenos Aires del Lunes 17 de Septiembre de 2007.-

Urbanistas y ciudadanos que aman ciertas fisonomías peculiares de nuestra ciudad defienden la preservación del aún riquísimo patrimonio arquitectónico porteño, amenazado por el auge de la construcción y las consiguientes demoliciones que esa tendencia provoca. Mientras no sea tomada una decisión al respecto y no se la haga respetar a rajatabla, habrá que seguir resignándose a ser testigo impotente de la paulatina desaparición de irreemplazables testimonios de la historia urbana.

La discusión no es nueva. Comenzó, es probable, cuando en pleno siglo XIX el intendente Torcuato de Alvear dispuso demoler la antigua recova que cortaba en dos la Plaza de Mayo y horadar las manzanas ubicadas entre las calles Rivadavia e Hipólito Yrigoyen (Victoria, en aquel entonces) con objeto de darle su traza a la Avenida de Mayo. Continuó con la apertura de la entonces denominada avenida Norte-Sur (hoy, 9 de Julio), postergada por causa de esas discusiones hasta después de la edificación del Obelisco y la plaza de la República.

Más tarde, esa controversia se posó sobre el destino del Barrio Sur, o sea San Telmo y Monserrat. Y ahora se ha extendido a Recoleta, donde grupos de vecinos se han movilizado para impedir la desaparición de petit hoteles de la más acentuada concepción francesa; a Caballito, cuyos residentes abominan de los edificios torre y defienden las casas de una o dos plantas, y a otras zonas en las cuales también se aspira a mantener la fisonomía netamente barrial.

Tan dilatada cuestión se explica porque las normas que rigen la preservación nunca han sido claras, concretas ni de alcance generalizado para todos por igual. Entretanto, las autoridades y los funcionarios no se preocuparon en exceso por promoverla: al contrario, prevalecieron la indolencia y las interesadas excepciones a sus términos.

No se trata, por cierto, de oponerle trabas al progreso. Sí, de encuadrarlo en términos de razonabilidad que tengan en cuenta, por ejemplo, que la diversidad de estilos arquitectónicos -un auténtico "catálogo", se ha sabido decir- es uno de los mayores atractivos de esta Buenos Aires que, hoy por hoy, está segunda en el cuadro de las posiciones de las preferencias del turismo mundial.

Desde la declaración de la autonomía de la ciudad se ha ido demorando de un año para el otro el tratamiento legislativo y, por ende, la aplicación definitiva del Plan Urbano Ambiental, que debería estar vigente desde hace varios años. Tampoco han sido aplicadas a conciencia las normas vinculadas con esta cuestión, lo cual ha dado como resultado la falta de una escala de valores preservables unificada y, en su marco, qué se debería preservar y cómo hacerlo.

Nuestro patrimonio arquitectónico, al igual que el de cualquier otra parte del país o del resto del mundo, forma parte no sólo de la cultura sino de la memoria colectiva. Dejar que se vaya deteriorando o, peor, que sea destruido, como ocurre en la actualidad, equivale a conspirar contra la integridad de ese acervo que, de por sí, ya ha sido muy maltratado por desidias incomprensibles y desconocimientos casi siempre interesados.

Hasta la Legislatura local se ha conmovido por esta cuestión para nada intrascendente. Por lo menos dos proyectos, suscriptos por Fernando Caeiro y Jorge Enríquez, respectivamente, se han ocupado de ella. El primero aboga por la declaración de emergencia patrimonial de la ciudad, por el término de 365 días, y la suspensión de las demoliciones de inmuebles cuyos planos estén registrados antes del 31 de diciembre de 1941; el segundo, entretanto, promueve la suspensión del derribo de los edificios que figuran en el inventario del Ministerio de Cultura porteño. Se trata de dos iniciativas sensatas y atendibles. Bien merecerían, pues, ser tenidas en cuenta para dar pie a un debate abierto, desinteresado, documentado, totalizador y, por supuesto, definitivo.

Nueva York, sin ir más lejos, cuenta con alrededor de 30.000 -o más- inmuebles protegidos. Abundan en todo el mundo los ejemplos de áreas urbanas íntegras sometidas a rigurosa preservación para mantenerlas como testimonios de una época o una situación determinadas.

Nuestra ciudad ha sido beneficiada con la posesión de un patrimonio arquitectónico tan rico y abundante que hasta ha podido capear con cierto éxito muchísimas décadas de destrucciones y abandonos.

Es probable que la solución pase por ese punto medio en el cual reside la virtud. No se trata de invalidar el progreso ni, mucho menos, de plantear trabas a la industria de la construcción de viviendas. Sí, en cambio, de que ésta no se desarrolle a tontas y locas, aceptando claras reglas de juego e incluyendo el análisis pormenorizado de cada proyecto, realizado con anterioridad a cualquier clase de demolición, a fin de que los testimonios valiosos de nuestro pasado sigan en pie y se les evite el riesgo de convertirse en apenas un melancólico recuerdo.

Fuente: La Nación

martes, 4 de septiembre de 2007

El patrimonio cultural de Buenos Aires

No se cuida lo que no se quiere.

Por Sonia Berjman

El problema del patrimonio en Buenos Aires es complejo. Siempre debemos considerar que empezamos a puntualizar desde el segundo ítem en importancia, pues el primero obviamente no lo podemos arreglar así nomás y es el estado del patrimonio humano. No hay nada de menor valor en nuestra comunidad hoy en día que la vida humana. La inseguridad, la marginalidad, la pobreza y sus consecuencias no sólo afectan directamente a las víctimas sino que también afectan el patrimonio.
El patrimonio es la herencia que toda generación recibe de sus mayores. Es tangible e intangible. Pero no existe uno sin el otro. Y finalmente el círculo se cierra cuando, por ejemplo, uno ve a los cartoneros separar la basura contra una de las fuentes de la 9 de Julio o a los homeless armar campamentos en las plazas públicas, y eso es pérdida de patrimonio tangible e intangible. No puede ser que haya turistas que vienen a Buenos Aires y son llevados a conocer una villa miseria y a "almorzar""con una familia con las necesidades básicas insatisfechas. Como tampoco puede ser que venga un turista de un país "civilizado" y sea atacado por piqueteros que cortan el tránsito de las calles. No tenemos más placas de bronce y sí muchas esculturas mutiladas, porque el poder de turno no interviene en el tráfico ilegal del metal. Estos y muchos otros ejemplos nos muestran como una ciudad es un entramado que refleja -material e inmaterialmente- el estado de una sociedad.
La falta de legislación, de conocimiento, de transparencia y de control (con premios y castigos) ha hecho de Buenos Aires una ciudad sucia, contaminada visual y acústicamente, cuyos parques y jardines están muriendo (baste observar el estado del Parque 3 de Febrero, nombre que se escribe con número porque es una fecha); cuyo espacio público es bastardeado por comerciantes inescrupulosos, por ciudadanos irrespetuosos o desesperados (ahora es común ver a personas hacer sus necesidades íntimas en las calles); cuyos funcionarios tienen un discurso perverso (denuncian el estado negativo de las cosas pero ellos mismos son los responsables, no actúan como debieran y se escudan detrás de esas denuncias).
Hay, además, un abuso de poder y de altanería inconcebibles en funcionarios que cobran un sueldo que les pagamos los contribuyentes para que cuiden nuestro patrimonio.
Los organismos creados para ello están ausentes: ¿dónde está la Comisión Nacional de Museos , Monumentos y Lugares Históricos cuando se avasallan Monumentos Históricos Nacionales directamente dependientes de ella como las plazas San Martín y de Mayo? ¿Dónde está la Dirección de Patrimonio del Gobierno de la Ciudad cuando se arruina por ignorancia la casita del Botánico o cuando se re-adoquina la Avenida de los Incas "pegando" los adoquines en vez de colocarlos sobre cama de arena? Se me dirá que la Dirección no tuvo injerencia en esos hechos. Entonces... ¿porqué se margina a una dependencia creada ex profeso? ¿Por qué hay infinidad de dependencias municipales que tienen el poder de intervenir en la ciudad sin tener en cuenta su patrimonio?
¿Por qué el Gobierno de la Ciudad asfalta o pavimenta arterias porteñas con un nivel superior al de las veredas y provoca inundaciones con cada lluvia? ¿Dónde está la legislación que debiera haber sido escrita por la Legislatura porteña para proteger a un barrio entero como era el homogéneo Palermo Viejo y que hoy es una serie de comederos instalados en otrora casas de familia sin el más mínimo respeto por su estilo? ¿Dónde está el sentido común y lo que dicta el conocimiento de la materia en la restauración del Teatro Colón por dentro, pero no su entorno con la magnífica plazoleta perdida, obra de Meano y Thays? ¿Por qué no se dice a la población que se efectúan todas estas obras con fondos provenientes de préstamos que luego tenemos que devolver todos los contribuyentes? Las preguntas pueden ser infinitas y la respuesta es siempre la misma. Reitero: por ignorancia de los funcionarios nombrados a dedo, por falta de legislación, por total ausencia de control, por corrupción en funcionarios que sí saben lo que tienen que hacer y no lo hacen para cuidar su puestito, por la trama siniestra de la burocracia argentina.
Otro fenómeno actual directamente derivado del abuso de poder radica en que algunos funcionarios se creen unos iluminados para intervenir en el cuerpo de la ciudad a su antojo. Por ejemplo, en los arreglos que se están efectuando en la Avenida 9 de Julio. La Nación se ha hecho eco en sus Cartas de Lectores de las palabras de un vecino que acertadamente indica que, aún antes de ser inaugurados los arreglos, los canteros con plantas propias de un jardín privado y no público ya se encuentran arruinados. Le agrego: ¿que haremos en una ciudad con las temperaturas que tenemos en verano con esa cantidad de metros cuadrados de baldosas blancas? Parece ser que es la última moda: proliferan las baldosas blancas por muchos sitios de la ciudad. Respuesta: ¡nos asaremos! ¿Alguno de los funcionarios de obras públicas estudió el proyecto original de la Avenida 9 de Julio y sacó alguna conclusión? ¿Algún profesional-funcionario estudió la historia material de Buenos Aires o siguió algún curso de patrimonio arquitectónico y urbano? ¿Si así fue, por qué no aplica lo que aprendió? Hay profesionales muy preparados en el tema pero no actúan como debieran ¿por qué? ¿no pueden, no los dejan, o qué pasa?
El problema de la Plaza de Mayo y del centro histórico de la ciudad es de suma importancia. La Plaza de Mayo no es exclusivamente de los porteños. Es de todos los argentinos. Un niño de la Puna y otro de la Patagonia se sienten hermanados por la legendaria imagen del 25 de Mayo de 1810, por el Cabildo, por la Casa Rosada. Es decir: la Plaza de Mayo y el centro histórico son bienes patrimoniales tangibles de la Ciudad de Buenos Aires pero tienen un valor intangible colectivo para todos los argentinos. No puede un funcionario "iluminado" encargar intempestiva y arbitrariamente a un profesional un proyecto de remodelación o solicitar un concurso de arquitectura para la presentación de proyectos de "reciclaje".
La Plaza de Mayo pertenece a 36 millones de argentinos. No es posible remodelarla sino que hay que restaurarla. El desconocimiento de la propia historia de la plaza y de las luchas vecinales por su conservación lleva a decisiones unilaterales. Durante el siglo XIX e inicios del XX, paralelamente a la programación de los actos conmemorativos del Primer Centenario Patrio hubo -al igual que hoy en vísperas del Segundo- propuestas faraónicas de transformación de la Plaza Matriz. Todas fracasaron por la oposición tenaz de aquéllos a quienes hoy consideramos los fundadores de la conservación del patrimonio nacional. Estos proyectos pueden leerse en el libro "La Plaza de Mayo. Escenario de la vida argentina".
La imagen que vive en el inconsciente colectivo argentino desde hace cuatro generaciones es casi la de la Plaza de Mayo actual (la remodelación de Carlos Thays cuando la apertura de la Avenida de Mayo). La conservación del patrimonio debe atender no sólo al bien en su estado primigenio sino a la memoria colectiva. Se debe hacer un balance entre todos los elementos y tener el suficiente equilibrio mental como para decidir consensuadamente las mejores soluciones y no imponer arbitrariamente la "solución personal" porque se está en época de elecciones o para demostrar el poder de algún funcionario.
Hoy, asistimos azorados a la presentación de dos proyectos de remodelación de la Plaza de Mayo. Los dos son descabellados, no tienen asidero científico ni consenso social. En vez de trabajar positivamente para la preservación de nuestro patrimonio cultural, los ciudadanos conscientes debemos actuar como bomberos apagando incendios. Mientras tanto, las vallas de "protección" del gobierno nacional; las manifestaciones salvajes; el vandalismo, la falta de cuidado, control y mantenimiento; la falta de respeto y de educación elementales; la falta de promoción correcta del turismo, nos están dejando una Plaza de Mayo devastada, sucia, intransitable, en fin, la antítesis de lo que debiera ser.
Si se quiere prohibir el tránsito vehicular en la zona de la Plaza de Mayo... eso no determina que deban levantarse las calzadas y embaldosar todo (¿de nuevo con baldosas blancas?) a la manera de las plazas municipalistas españolas (ver el libro "La Plaza Española en Buenos Aires"). Ni tampoco colocar minibuses que recorran su entorno como caballitos de una calesita. Si el Gobierno Nacional tiene "miedo" de trabajar en la Rosada... eso no se arregla rodeando al edificio con un jardín donde nunca lo hubo y arruinando la ya bastante arruinada Plaza Colón. Si el Ministerio de Defensa quiere un estacionamiento... eso no se hace bastardeando a la Plaza Colón como se hizo hace tantos años. Todo eso se arregla de otra manera: con estacionamientos bajo nivel, con educación de la población, con políticas enérgicas de protección de los bienes públicos, teniendo otros espacios propicios a la protesta en sitios no tan sensibles al patrimonio... en fin, es cuestión de utilizar el pensamiento lateral y no siempre lo primero que viene a la mente que generalmente implica destrozar lo existente para construir algo peor.
Los argentinos nos especializamos en copiar la última moda de ultramar... con retraso. ¿Por qué no estudiamos la situación actual de otros centros históricos para ayudarnos a determinar lo más conveniente para el nuestro? París es la ciudad que más turismo recibe en el mundo. Hoy, es el resultado de la política iniciada hace muchas décadas por el legendario Malraux que comenzó por limpiar y restaurar los monumentos. Los turistas van en busca -primordialmente- de autenticidad (uno de los parámetros de la UNESCO para determinar el valor patrimonial de un bien). Los turistas no van a visitar una ciudad porque ha sido "modernizada", porque está sucia, porque no se puede transitar por la acción de los piqueteros, porque no se puede oír por el altísimo nivel de ruido, porque no se pueden ver sus edificios debido a la proliferación de carteles de todo tamaño y diseño...
Y, paradójicamente, el Gobierno de la Ciudad pretende presentar a los retazos de otrora, a algunos enclaves particulares, como Patrimonio de la Humanidad.
¿Por qué no se pone a trabajar y a gastar esos recursos financieros y humanos en reparar al menos lo que queda? ¿Porqué no empezar una campaña de comportamiento social urbano? ¿Porqué no llamar a todas las fuerzas sociales a llevar adelante un plan bien programado, consistente y científico? Simplemente porque ese plan no existe, a pesar de los organismos que deben ocuparse de ello.
Recuerdo sólo dos frases señeras de nuestro pasado: "Educar al soberano" y "Argentinos a las cosas" ...
No se cuida lo que no se quiere. No se quiere lo que no se conoce.

SB

La autora es Historiadora de las Artes y Doctora en Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires), Doctora de Historia del Arte en la Université de Paris I Panthéon- Sorbonne, Vicepresidenta del Comité Científico Internacional "Jardines Históricos y Paisajes Culturales" de ICOMOS, investigadora y docente.
Ver su nota Historia y poética de los jardines en el número 30 de café de las ciudades.
La página Web de Sonia Berjman contiene publicaciones, enlaces y entrevistas sobre historia, ciudad y paisaje.
Sobre el Turismo bizarro en Buenos Aires, ver la nota en el número 33 de café de las ciudades.
Sobre los piqueteros, ver la nota de Carmelo Ricot en el número 15 de café de las ciudades.
Sobre el barrio porteño de Palermo, ver las notas La preocupante boludización de Palermo Viejo y El Nuevo Orden Palermitano, ambas de Carmelo Ricot, en el número 28 y 35 de café de las ciudades, respectivamente, y también en el número 35 La transformación de Palermo Nuevo, Pacífico y el eje de Juan B. Justo – Int. Bullrich, de Daniela Szajnberg y Christian Cordara.
Sobre Plaza de Mayo, ver las notas La transformación del espacio representativo, de Adriana Ciocoletto, y Mi Buenos Aires querido... (cuando yo te vuelvo a ver), de Mariela Iglesias, en el número 9 de café de las ciudades.
Sobre la invasión publicitaria al espacio público porteño, ver la serie de notas sobre "el Cartel de Buenos Aires" en café de las ciudades: la nota original del número 12, la carta de Pablo Morejón en el numero 16, y en el número 27 El más inmundo Cartel de Buenos Aires, sobre el anuncio de Ford frente al Obelisco que "ganó" el premio a las malas prácticas urbanas cdlc de 2004.

Fuente: "Café de la Ciudades" - año 5 - número 44 - Junio 2006
http://www.cafedelasciudades.com.ar/

sábado, 1 de septiembre de 2007

Glosario

Glosario

Autenticidad

Es un factor cualitativo esencial en relación a la credibilidad de las diferentes fuentes de información que existen al interior y al exterior de una obra que pertenece al patrimonio cultural. Carta de Venecia 1964 y Documento de Nara, noviembre 1994

Bien Cultural Inmueble

La consideración de bienes inmuebles corresponde a los elementos que puedan considerarse consustanciales con los edificios y formen parte de los mismos o de entorno o lo hayan formado, aunque en el caso de poder ser separados constituyan un todo perfecto de fácil aplicación y otras construcciones o a usos distintos del suyo original, cualquiera que sea la materia de que estén formados y aunque su separación no perjudique visiblemente al merito histórico o artístico del inmueble al que están adheridos. Ley española de Patrimonio Histórico 16/ 1985, art. 14.1.

Bienes Culturales

Son los objetos materiales y inmateriales, tangibles e intangibles, en los cuales se denota un valor cultural, ya sea por su significación histórica, artística, religiosa, arqueológica, arquitectónica, científica, etc. Los Bienes Culturales pueden ser Tangibles e Intangibles, Muebles e Inmuebles.

Bienes Inmuebles

Se refiere a una manifestación material imposible de ser movida o trasladada: una obra arquitectónica, una calle, un puente, un viaducto, etc.

Bienes Muebles

Son manifestaciones materiales, elementos u objetos que pueden ser movidos o trasladados, por ejemplo un cuadro, una lámpara, una escultura, etc.

Bienes Tangibles

Son aquellas manifestaciones sustentadas por elementos materiales como la arquitectura, el urbanismo, la artesanía, la orfebrería, etc.

Conjuntos Históricos

Son las agrupaciones homogéneas de construcciones urbanas o rurales que sobresalgan por su interés histórico, arqueológico, artístico, científico, social o técnico, con coherencia suficiente para construir unidades susceptibles de clara delimitación. Ley andaluza del patrimonio histórico. 1/91.

Conservación

Actitud y conjunto de actividades (refuncionalización, reintegración, puesta en valor, etc.) tendientes a mantener, cuidar y salvaguardar un bien cultural con el objeto de lograr que se prolongue su permanencia en el tiempo.

Consolidación

Incorporación de elementos tendientes a evitar la de un bien mueble destrucción, parcial o total de un bien, mueble o inmueble

Patrimonio Arquitectónico

El patrimonio arquitectónico esta constituido tanto por aquellos edificios monumentales y singulares, como por aquellos modestos y sencillos que caracterizan y dan identidad a los barrios y a la ciudad. Son parte indisoluble del origen y de la memoria física de un pueblo.

Preservación / Prevención

Acción que implica poner a cubierto anticipadamente un bien cultural, para evitar su daño, deterioro o destrucción. No define un modo particular de intervención, y puede entenderse como sinónimo de conservación, pues al igual de este termino, no define un tipo de intervención física sobre el elemento.

Puesta en Valor

Término que engloba a varios otros, ya que implica una serie de intervenciones posibles para dotar a la obra de las condiciones objetivas y ambientales que, sin desvirtuar su naturaleza, resalten sus características y permita su óptimo aprovechamiento. Básicamente, la conservación y la restauración son operaciones que conllevan a la puesta en valor, pudiendo serlo también la refuncionalización

Reciclaje

Operación destinada a poner en condiciones, un bien cultural inmueble, para reiniciar un nuevo periodo de vida útil.

Reconstrucción

Existe acuerdo general entre los especialistas respecto a que una "nueva construcción" de un objeto producto de un tiempo anterior lleva a equívoco. Esta "renovación" es inaceptable cuando existe una construcción anterior, total o en partes ya que, si se quiere reunir estas partes, se debe recurrir a la reintegración, y si se pretende introducir algún elemento nuevo, será una integración.

Recuperar

Se entiende por recuperación al conjunto de operaciones tendientes a recobrar al edificio, aprovechándolo para un uso determinado. Se trata de un termino equivalente a rehabilitar, difundiendo con mayor anterioridad por los italianos (recupero) y se diferencia de éste pues el retorno al uso original no es una condición forzosa de esta acción.

Refuncionalización

Volver a poner en funcionamiento un bien cultural, especialmente en lo que hace a sus funciones vitales o esenciales. La refuncionalización no implica un necesario cambio de actividades o funciones del bien.

Rehabilitación

Volver a poner en funcionamiento o en eficiencia un edificio, conjunto o ciudad. Equiparable al termino "reparación", por su aplicación a cualquier objeto - sea este de valor patrimonial o no - etimológicamente el termino rehabilitar esta compuesto por la particular "re" y la voz latina "habilis" (hábil, capaz), y equivale a dar capacidad, idoneidad y aptitud para un fin determinado. algunos autores definen rehabilitar como "habilitar a nuevo un edificio haciéndolo apto para su uso primitivo". en este aspecto, existe cierto consenso respecto a que lo que se devuelve al objeto es su función original o primigenia, diferenciándose de la recuperación y la refuncionalización.

Reintegración

Restitución en su sitio original de partes desmembradas de un objeto, para asegurar su conservación. Un ejemplo concreto es la anastilosis.

Restauración

Operación especial de conservación que se realiza físicamente sobre el objeto cultural, destinada a salvaguardarlo, mantenerlo y prolongar su permanencia para trasmitirlo al futuro. La restauración equivale a la realización de obras especificas, siempre basadas en evidencias ciertas. Obras que deben detenerse o dejarse de lado, cuando comienza el terreno de la hipótesis. Cesare Brandi por su parte define la restauración como "el momento metodológico del reconocimiento de la obra de arte en su consistencia física y en su doble polaridad estética e histórica, con el objeto de transmitirla al futuro". Los cuatro tipos de intervenciones físicas de restauración aceptadas por la Carta de Venecia son: liberación, consolidación, reintegración e integración.

Valoración

Existen diversas formas de conocer en Bien y valorarlo, aunque por lo general los criterios básicos, bajo los cuales podemos analizarlos, responden al grado de interés que estos tengan, desde los siguientes:
- histórico – social – testimonial.- artístico – arquitectónico – urbano.- paisajista – ambiental.
Muchas veces un Bien reúne uno o varios valores (histórico, estético, económico, social, simbólico, etc.). Amayor valor asignado, mayor será la responsabilidad de conservarlo y no desvirtuarlo, para que en el futuro continúe siendo un testimonio, como lo es para nosotros y lo fue para nuestros antepasados.
Un pueblo que no se reconoce así mismo es un pueblo vacío.

Valor Económico

Significa además de la valoración económica tradicional, el valor que un edificio histórico posee relacionado con sus características constructivas y su emplazamiento, además de otros valores económicos:
1- Su mayor o menor capacidad de adaptación a otros usos.2- Su reconocimiento a escala barrial, municipal o nacional efectuados por organismos gubernamentales y no gubernamentales locales y extranjeros.3- Su estado de conservación, nivel de deterioro, grado de autenticidad.4- Su calidad de construcción y técnicas constructivas originales.

Valor Estético – Arquitectónico

El valor estético se relaciona con la percepción que tenemos del lugar a través de la forma, la escala, el color, la textura, el material, incluyendo los olores y sonidos que están vinculados al sitio y su utilización. El valor arquitectónico se relaciona con el estilo y la calidad de diseño, las formas, los usos, y los tipos de materiales. Cuando presente cualidades destacables a lo referente a:
a- Calidad espacial: en volumétrica, proporciones, recorridos.b- Calidad formal: en estilo, composición, coherencia hipológica, figura, color, textura.c- Calidad funcional: coherencia espacial, uso correcto de los locales, confort.d- Calidad técnico constructiva: integración de servicios, iluminación, drenajes, soluciones técnicas espaciales, uso de materiales, economía de recursos.

Valor Histórico – Testimonial o Simbólico

Significa un lugar que ha sido influenciado por un evento, personaje etapa o actividad histórica. Los edificios históricos son testimonios vivientes que se precisa destacar, conservar, recuperar o procurar darles nuevos usos para integrarlos al presente. Estos valores son importantes a nivel local (el barrio), regional (la ciudad) o nacional (el país) y sirven para la afirmación de la identidad de un lugar.

Valor Simbólico

Cuando posea cualidades representativas o evocativas con las que:- se identifica la comunidad, generando sentimientos de pertenencia, arraigo u orgullo. - sea identificada la comunidad, por su proyección o imagen en un ámbito mayor.

Fuente: Dirección General de Patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires
http://www.dgpatrimonio.buenosaires.gov.ar/