martes, 4 de septiembre de 2007

El patrimonio cultural de Buenos Aires

No se cuida lo que no se quiere.

Por Sonia Berjman

El problema del patrimonio en Buenos Aires es complejo. Siempre debemos considerar que empezamos a puntualizar desde el segundo ítem en importancia, pues el primero obviamente no lo podemos arreglar así nomás y es el estado del patrimonio humano. No hay nada de menor valor en nuestra comunidad hoy en día que la vida humana. La inseguridad, la marginalidad, la pobreza y sus consecuencias no sólo afectan directamente a las víctimas sino que también afectan el patrimonio.
El patrimonio es la herencia que toda generación recibe de sus mayores. Es tangible e intangible. Pero no existe uno sin el otro. Y finalmente el círculo se cierra cuando, por ejemplo, uno ve a los cartoneros separar la basura contra una de las fuentes de la 9 de Julio o a los homeless armar campamentos en las plazas públicas, y eso es pérdida de patrimonio tangible e intangible. No puede ser que haya turistas que vienen a Buenos Aires y son llevados a conocer una villa miseria y a "almorzar""con una familia con las necesidades básicas insatisfechas. Como tampoco puede ser que venga un turista de un país "civilizado" y sea atacado por piqueteros que cortan el tránsito de las calles. No tenemos más placas de bronce y sí muchas esculturas mutiladas, porque el poder de turno no interviene en el tráfico ilegal del metal. Estos y muchos otros ejemplos nos muestran como una ciudad es un entramado que refleja -material e inmaterialmente- el estado de una sociedad.
La falta de legislación, de conocimiento, de transparencia y de control (con premios y castigos) ha hecho de Buenos Aires una ciudad sucia, contaminada visual y acústicamente, cuyos parques y jardines están muriendo (baste observar el estado del Parque 3 de Febrero, nombre que se escribe con número porque es una fecha); cuyo espacio público es bastardeado por comerciantes inescrupulosos, por ciudadanos irrespetuosos o desesperados (ahora es común ver a personas hacer sus necesidades íntimas en las calles); cuyos funcionarios tienen un discurso perverso (denuncian el estado negativo de las cosas pero ellos mismos son los responsables, no actúan como debieran y se escudan detrás de esas denuncias).
Hay, además, un abuso de poder y de altanería inconcebibles en funcionarios que cobran un sueldo que les pagamos los contribuyentes para que cuiden nuestro patrimonio.
Los organismos creados para ello están ausentes: ¿dónde está la Comisión Nacional de Museos , Monumentos y Lugares Históricos cuando se avasallan Monumentos Históricos Nacionales directamente dependientes de ella como las plazas San Martín y de Mayo? ¿Dónde está la Dirección de Patrimonio del Gobierno de la Ciudad cuando se arruina por ignorancia la casita del Botánico o cuando se re-adoquina la Avenida de los Incas "pegando" los adoquines en vez de colocarlos sobre cama de arena? Se me dirá que la Dirección no tuvo injerencia en esos hechos. Entonces... ¿porqué se margina a una dependencia creada ex profeso? ¿Por qué hay infinidad de dependencias municipales que tienen el poder de intervenir en la ciudad sin tener en cuenta su patrimonio?
¿Por qué el Gobierno de la Ciudad asfalta o pavimenta arterias porteñas con un nivel superior al de las veredas y provoca inundaciones con cada lluvia? ¿Dónde está la legislación que debiera haber sido escrita por la Legislatura porteña para proteger a un barrio entero como era el homogéneo Palermo Viejo y que hoy es una serie de comederos instalados en otrora casas de familia sin el más mínimo respeto por su estilo? ¿Dónde está el sentido común y lo que dicta el conocimiento de la materia en la restauración del Teatro Colón por dentro, pero no su entorno con la magnífica plazoleta perdida, obra de Meano y Thays? ¿Por qué no se dice a la población que se efectúan todas estas obras con fondos provenientes de préstamos que luego tenemos que devolver todos los contribuyentes? Las preguntas pueden ser infinitas y la respuesta es siempre la misma. Reitero: por ignorancia de los funcionarios nombrados a dedo, por falta de legislación, por total ausencia de control, por corrupción en funcionarios que sí saben lo que tienen que hacer y no lo hacen para cuidar su puestito, por la trama siniestra de la burocracia argentina.
Otro fenómeno actual directamente derivado del abuso de poder radica en que algunos funcionarios se creen unos iluminados para intervenir en el cuerpo de la ciudad a su antojo. Por ejemplo, en los arreglos que se están efectuando en la Avenida 9 de Julio. La Nación se ha hecho eco en sus Cartas de Lectores de las palabras de un vecino que acertadamente indica que, aún antes de ser inaugurados los arreglos, los canteros con plantas propias de un jardín privado y no público ya se encuentran arruinados. Le agrego: ¿que haremos en una ciudad con las temperaturas que tenemos en verano con esa cantidad de metros cuadrados de baldosas blancas? Parece ser que es la última moda: proliferan las baldosas blancas por muchos sitios de la ciudad. Respuesta: ¡nos asaremos! ¿Alguno de los funcionarios de obras públicas estudió el proyecto original de la Avenida 9 de Julio y sacó alguna conclusión? ¿Algún profesional-funcionario estudió la historia material de Buenos Aires o siguió algún curso de patrimonio arquitectónico y urbano? ¿Si así fue, por qué no aplica lo que aprendió? Hay profesionales muy preparados en el tema pero no actúan como debieran ¿por qué? ¿no pueden, no los dejan, o qué pasa?
El problema de la Plaza de Mayo y del centro histórico de la ciudad es de suma importancia. La Plaza de Mayo no es exclusivamente de los porteños. Es de todos los argentinos. Un niño de la Puna y otro de la Patagonia se sienten hermanados por la legendaria imagen del 25 de Mayo de 1810, por el Cabildo, por la Casa Rosada. Es decir: la Plaza de Mayo y el centro histórico son bienes patrimoniales tangibles de la Ciudad de Buenos Aires pero tienen un valor intangible colectivo para todos los argentinos. No puede un funcionario "iluminado" encargar intempestiva y arbitrariamente a un profesional un proyecto de remodelación o solicitar un concurso de arquitectura para la presentación de proyectos de "reciclaje".
La Plaza de Mayo pertenece a 36 millones de argentinos. No es posible remodelarla sino que hay que restaurarla. El desconocimiento de la propia historia de la plaza y de las luchas vecinales por su conservación lleva a decisiones unilaterales. Durante el siglo XIX e inicios del XX, paralelamente a la programación de los actos conmemorativos del Primer Centenario Patrio hubo -al igual que hoy en vísperas del Segundo- propuestas faraónicas de transformación de la Plaza Matriz. Todas fracasaron por la oposición tenaz de aquéllos a quienes hoy consideramos los fundadores de la conservación del patrimonio nacional. Estos proyectos pueden leerse en el libro "La Plaza de Mayo. Escenario de la vida argentina".
La imagen que vive en el inconsciente colectivo argentino desde hace cuatro generaciones es casi la de la Plaza de Mayo actual (la remodelación de Carlos Thays cuando la apertura de la Avenida de Mayo). La conservación del patrimonio debe atender no sólo al bien en su estado primigenio sino a la memoria colectiva. Se debe hacer un balance entre todos los elementos y tener el suficiente equilibrio mental como para decidir consensuadamente las mejores soluciones y no imponer arbitrariamente la "solución personal" porque se está en época de elecciones o para demostrar el poder de algún funcionario.
Hoy, asistimos azorados a la presentación de dos proyectos de remodelación de la Plaza de Mayo. Los dos son descabellados, no tienen asidero científico ni consenso social. En vez de trabajar positivamente para la preservación de nuestro patrimonio cultural, los ciudadanos conscientes debemos actuar como bomberos apagando incendios. Mientras tanto, las vallas de "protección" del gobierno nacional; las manifestaciones salvajes; el vandalismo, la falta de cuidado, control y mantenimiento; la falta de respeto y de educación elementales; la falta de promoción correcta del turismo, nos están dejando una Plaza de Mayo devastada, sucia, intransitable, en fin, la antítesis de lo que debiera ser.
Si se quiere prohibir el tránsito vehicular en la zona de la Plaza de Mayo... eso no determina que deban levantarse las calzadas y embaldosar todo (¿de nuevo con baldosas blancas?) a la manera de las plazas municipalistas españolas (ver el libro "La Plaza Española en Buenos Aires"). Ni tampoco colocar minibuses que recorran su entorno como caballitos de una calesita. Si el Gobierno Nacional tiene "miedo" de trabajar en la Rosada... eso no se arregla rodeando al edificio con un jardín donde nunca lo hubo y arruinando la ya bastante arruinada Plaza Colón. Si el Ministerio de Defensa quiere un estacionamiento... eso no se hace bastardeando a la Plaza Colón como se hizo hace tantos años. Todo eso se arregla de otra manera: con estacionamientos bajo nivel, con educación de la población, con políticas enérgicas de protección de los bienes públicos, teniendo otros espacios propicios a la protesta en sitios no tan sensibles al patrimonio... en fin, es cuestión de utilizar el pensamiento lateral y no siempre lo primero que viene a la mente que generalmente implica destrozar lo existente para construir algo peor.
Los argentinos nos especializamos en copiar la última moda de ultramar... con retraso. ¿Por qué no estudiamos la situación actual de otros centros históricos para ayudarnos a determinar lo más conveniente para el nuestro? París es la ciudad que más turismo recibe en el mundo. Hoy, es el resultado de la política iniciada hace muchas décadas por el legendario Malraux que comenzó por limpiar y restaurar los monumentos. Los turistas van en busca -primordialmente- de autenticidad (uno de los parámetros de la UNESCO para determinar el valor patrimonial de un bien). Los turistas no van a visitar una ciudad porque ha sido "modernizada", porque está sucia, porque no se puede transitar por la acción de los piqueteros, porque no se puede oír por el altísimo nivel de ruido, porque no se pueden ver sus edificios debido a la proliferación de carteles de todo tamaño y diseño...
Y, paradójicamente, el Gobierno de la Ciudad pretende presentar a los retazos de otrora, a algunos enclaves particulares, como Patrimonio de la Humanidad.
¿Por qué no se pone a trabajar y a gastar esos recursos financieros y humanos en reparar al menos lo que queda? ¿Porqué no empezar una campaña de comportamiento social urbano? ¿Porqué no llamar a todas las fuerzas sociales a llevar adelante un plan bien programado, consistente y científico? Simplemente porque ese plan no existe, a pesar de los organismos que deben ocuparse de ello.
Recuerdo sólo dos frases señeras de nuestro pasado: "Educar al soberano" y "Argentinos a las cosas" ...
No se cuida lo que no se quiere. No se quiere lo que no se conoce.

SB

La autora es Historiadora de las Artes y Doctora en Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires), Doctora de Historia del Arte en la Université de Paris I Panthéon- Sorbonne, Vicepresidenta del Comité Científico Internacional "Jardines Históricos y Paisajes Culturales" de ICOMOS, investigadora y docente.
Ver su nota Historia y poética de los jardines en el número 30 de café de las ciudades.
La página Web de Sonia Berjman contiene publicaciones, enlaces y entrevistas sobre historia, ciudad y paisaje.
Sobre el Turismo bizarro en Buenos Aires, ver la nota en el número 33 de café de las ciudades.
Sobre los piqueteros, ver la nota de Carmelo Ricot en el número 15 de café de las ciudades.
Sobre el barrio porteño de Palermo, ver las notas La preocupante boludización de Palermo Viejo y El Nuevo Orden Palermitano, ambas de Carmelo Ricot, en el número 28 y 35 de café de las ciudades, respectivamente, y también en el número 35 La transformación de Palermo Nuevo, Pacífico y el eje de Juan B. Justo – Int. Bullrich, de Daniela Szajnberg y Christian Cordara.
Sobre Plaza de Mayo, ver las notas La transformación del espacio representativo, de Adriana Ciocoletto, y Mi Buenos Aires querido... (cuando yo te vuelvo a ver), de Mariela Iglesias, en el número 9 de café de las ciudades.
Sobre la invasión publicitaria al espacio público porteño, ver la serie de notas sobre "el Cartel de Buenos Aires" en café de las ciudades: la nota original del número 12, la carta de Pablo Morejón en el numero 16, y en el número 27 El más inmundo Cartel de Buenos Aires, sobre el anuncio de Ford frente al Obelisco que "ganó" el premio a las malas prácticas urbanas cdlc de 2004.

Fuente: "Café de la Ciudades" - año 5 - número 44 - Junio 2006
http://www.cafedelasciudades.com.ar/

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